ACEPTACIÓN - ANSIEDAD


   El hombre es un ser social, vivimos con los demás, los necesitamos y dependemos de ellos. Todos tenemos la necesidad de pertenecer a un grupo, de ser aceptados y queridos.

   Durante la infancia se produce un aprendizaje sociocultural paulatino por el que cada persona, a partir de las pautas educativas, de la información que recibe, y de la imitación de modelos, va conformando modos de respuesta más o menos estructurados, y adoptando un patrón de conducta socialmente deseable, a la vez que se fijan creencias, valores, costumbres y tradiciones que configuran y nutren el acervo sociocultural de cada individuo.

   Tener la aprobación y aceptación de los demás es algo necesario porque nos proporciona cierta sensación de seguridad, y esa necesidad, de ser querido y aceptado, se torna más acuciante y perentoria ante las personas más queridas e importantes en nuestras vidas, que ante personas desconocidas  o a los que concedemos escasa importancia.

   Las relaciones interpersonales constituyen una autentica necesidad para lograr un desarrollo adecuado de la personalidad y de las propias aptitudes, e integrarse en la sociedad, no obstante, algunas veces,  no es fácil sentirse aceptado, es entonces cuando las relaciones sociales se transforman en fuente de numerosos conflictos.

   Veremos comprometida nuestra aprobación y aceptación, cuando normas y sentimientos no caminen al unísono, cuando aceptar una norma suponga ir en contra de un principio, cuando no aceptar la norma vaya en contra de un sentimiento, cuando no seamos capaces de defender nuestros derechos y aceptemos sin más las opiniones ajenas, cuando pleguemos nuestra conducta y nos sometamos ciegamente a las exigencias de otros anulando nuestra capacidad de decidir, etc.

   En todos esos casos se produce una alta disonancia afectiva que ocasiona enormes sufrimientos, atrapando a la persona en un conflicto interpersonal complejo y permanente. Mantener esas actitudes, para obtener a toda costa la aprobación y aceptación de los demás, tiene un alto coste psicológico ya que la tensión prolongada favorece numerosos trastornos psicopatológicos, que van desde un trastorno de ansiedad, de depresión, a incluso síndromes paranoides.





ESTILOS DE COMUNICACIÓN - ASERTIVIDAD



   
    La asertividad es un estilo de comunicación, ubicado a medio camino entre dos estilos de comunicación opuestos, el estilo de comunicación pasivo y el estilo de comunicación agresivo.

    En un extremo, el estilo de comunicación pasivo, la persona con este estilo de comunicación no se respeta a sí misma al no defender su propio derecho a expresar lo que piensa, siente, quiere u opina; bien por miedo a arriesgarse a las consecuencias, bien porque no sabe como manifestar lo que piensa o desea. La actitud de la persona pasiva suele evitar conflictos a corto plazo, pero en contrapartida esa persona nunca conseguirá lo que necesita o quiere ya que con su actitud los demás desconocen cuáles son sus necesidades, lo que quiere o lo que desea.

   Más cuando uno no se respeta a sí mismo, los demás tampoco suelen respetarle, aprovechándose de esa actitud timorata y cohibida, lo que genera, en la persona pasiva, la sensación de no ser respetada y tenida en cuenta, sensación que le produce resentimiento y enojo hacia los demás, le lleva a la soledad, al desamparo y a la depresión, a la pérdida de oportunidades, y  a albergar un pobre concepto de sí mismo.

   En el otro extremo, el estilo de comunicación agresivo, la persona con este estilo de comunicación no respeta el derecho de los demás a ser tratados con respeto; utiliza la intimidación, la amenaza y la violencia como medio para conseguir lo que quiere, generando infinidad de conflictos interpersonales. Tarde o temprano los demás se apartan de esa persona, condenándola a la soledad, lo que suele producir sentimientos de culpa, frustración e insatisfacción.


   Entre esos dos tipos de comunicación inadecuada se encuentra el estilo de comunicación asertivo. La persona asertiva expone honestamente sus sentimientos, opiniones, deseos y necesidades, salvaguardando sus derechos, y sin atropellar los derechos de los demás. Las personas asertivas consiguen que los demás sepan lo que piensan, desean o necesitan creando oportunidades para satisfacer tales necesidades. El estilo de comunicación asertivo hace que la persona se sienta a gusto consigo misma y con los demás y evita las sensaciones de resentimiento de  y culpabilidad