EL PODER DE LA MÚSICA


   Los efectos beneficiosos de la música sobre la mente son indiscutibles. La música favorece el bienestar emocional, eleva el ánimo , regula emociones y sentimientos, alivia el malestar físico, facilita la interacción social y la comunicación, refuerza la capacidad de concentración y la memoria.

   Ya desde antaño, los egipcios atribuían a la música ese poder saludable y regulador, utilizándola  como elemento reconstituyente, capaz de curar el cuerpo y calmar la mente.

   Los griegos, por su parte, utilizaban la música en el tratamiento de las enfermedades mentales, al considerar que la música poseía la capacidad de recomponer el orden armónico del alma, perturbado en la enfermedad mental.

   Hoy día, diversos estudios corroboran el poder de la música para generar efectos y producir cambios, tanto a nivel psico-anímico, como a nivel comportamental.

   En realidad, los efectos de la música dependen de la afinidad entre el ritmo y frecuencia de la misma, y los ritmos biológicos internos  (respiración, latidos del corazón, pulsaciones); sonidos armónicos y cadenciosos,  concordantes con los ritmos biológicos, generan sensaciones de serenidad,  equilibrio y bienestar, un ejemplo es la Música Clásica, el Canto Gregoriano, la Música Sacra, otros avivan y enardecen toda la gama de emociones como la Romántica, el Jazz y Blues;  en cambio, sonidos demasiado estridentes o rápidos, más o menos disonantes con  los ritmos internos, perturban y alteran la regularidad de los mismos,  produciendo descontrol en el sistema nervioso, tensión y, en consecuencia, estrés, es el caso del Rock, que a unos estimula y a otros relaja; el Heavy Metal, el Punk  y música Tecno, que aumentan el ritmo cardiaco, el ritmo respiratorio y la tensión.

   La respuesta inducida por los estímulos musicales es algo inherente a cada persona, al depender del momento circunstancial y personal  (ritmos biológicos, estado anímico, personalidad, situación, salud psicológica, apetencia...), y en esa respuesta estarán integrados tanto los aspectos biofisiológicos, como afectivos y mentales.

   No obstante, de modo general, ritmos lentos inducen serenidad, reducen el estrés y propician la concentración o la meditación. Los tonos alegres y vivos alegran el espíritu y elevan el ánimo, si son lánguidos evocan intimismo, melancolía y sentimentalismo.  En cuanto a los instrumentos, los de Cuerda , por su sonoridad expresiva y penetrante evocan sentimientos y emociones, los de Viento,  propician alegría y optimismo dada su vivacidad, por último los instrumentos de Percusión, por su poder rítmico, incitan a la acción y el movimiento


   De todo ello concluimos que  las circunstancias personales y las necesidades íntimas de cada persona, en un momento dado, determinan  la elección y el gusto por un tipo de música.

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