INSEGURIDAD



  La inseguridad nace de un sentimiento de inadecuación y de una hipersensibilidad a la evaluación negativa, caracterizándose la persona insegura por una baja autoestima, falta de confianza en sí misma, intensa sensación de fracaso y miedo desmedido a la crítica, la desaprobación y el rechazo.

   La persona insegura suele ser muy crítica y exigente consigo mismo, sus metas u objetivos demasiado elevados o imposibles de lograr, le abocan a continuos fracasos fraguándose entonces el sentimiento de inadecuación o ineptitud, que deteriora su autoestima y merma la confianza en sí misma.

   Por otro lado, la autocrítica despiadada que la persona insegura hace de sus fracasos o frustraciones le lleva a pensar que los demás le rechazan y desaprueban, el insidioso miedo que esta idea errónea genera, predispone a la persona insegura a someterse a arbitrios y caprichos ajenos, mendigando  el afecto y la aceptación de los demás, que ella misma se niega.

   La persona insegura hipoteca su libertad de decisión y acción por miedo al fracaso, al rechazo y la crítica. Las consecuencias suelen ser dramáticas, ya que al delegar la capacidad de decisión en otros suele llevarla a vivir la vida que otros han diseñado o querido, no la que uno ha deseado.

   Contra la inseguridad no cabe más que un conocimiento objetivo sobre nuestras aptitudes, nuestra capacidad y competencia, y en función de estas establecer metas y objetivos, porque de la falta de correspondencia entre capacidades y objetivos surge el sentimiento de inadecuación, por tanto metas demasiado elevadas o imposibles llevarán al fracaso y a la frustración, minarán la autoestima y harán perder la confianza en uno  mismo.

   Contra la inseguridad, un buen antídoto es una actitud positiva, benévola e indulgente ante los errores o equivocaciones, estando dispuestos, en todo momento, a rectificar y a aprender de la experiencia.

   Con esos dos asertos se puede aprender a disfrutar de las decisiones y tomar así, las riendas de nuestra vida, con la firme convicción de que nadie mejor que nosotros sabe lo que deseamos y lo que nos conviene, solo, de ese modo, sentiremos y gozaremos de nuestra libertad.




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