VALORES

  Una sociedad se autodefine por el código de valores que prevalece en ella. Si ese código lo componen valores tales como la cultura del poder, el éxito, el glamour, el culto al cuerpo, el erotismo, tendremos una sociedad hedonista, frívola, superficial, necia y estúpida.

  ¿Esta es la sociedad que queremos?, o más bien ¿es la sociedad que tenemos?
  Miremos a nuestro alrededor y observemos el producto de ese código de valores que no es otro que el triunfo de la mediocridad, la vulgaridad, la mezquindad, la grosería, la desvergüenza, el cinismo y la corrupción, cualidades que envilecen y degradan las instituciones de un estado y a los individuos que le componen, y que son propias de una sociedad depravada y decadente.

  Pues bien en esta sociedad confusa y desorientada por una lamentable carencia de valores la familia se resiente, muchos padres viven ofuscados en la búsqueda inexorable del éxito y en ganar la partida de la posición social, olvidando y relegando a un segundo plano la partida primordial de su vida, que no es otra que la educación de sus hijos.

  Si los ninos aprenden lo que viven, y los padres son espejos en los cuales los hijos se miran ¿que valores pueden interiorizar?

  Si los padres delegan la educación de sus hijos en la televisión y en los amigos ¿sabemos que código de valores les están transmitiendo?

  Ante este panorama no podemos permanecer impasibles, los valores predominantes hoy en día y que se están transmitiendo a los niños son un mísero legado para unos hombres en ciernes que constituirán la sociedad del mañana. Asumamos que el sistema educacional actual es un fracaso y tomemos conciencia que con nuestra anuencia se está hurtando a los niños un sistema de valores que les ayude a canalizar sus vidas y afianzar sus opiniones y encontrar un sentido a la vida que les permita sentirse bien con ellos mismos.

  La familia, como pilar fundamental de la sociedad, y transmisora natural de normas y tradiciones, a la vez que agente indiscutible de socialización tiene en sus manos la labor inestimable de impulsar aquellos valores que antaño se transmitían a los niños.

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