EL ESPÍRITU DE LA NAVIDAD



   En Navidad celebramos el hecho histórico más importante narrado en el Nuevo Testamento, el milagro de amor de Dios hacia los hombres, plasmado en el Nacimiento de Jesús en Belén.

   La Navidad es tiempo de alegría, de júbilo por la conmemoración de tal evento, tradición, rito y simbolismo se entremezclan conformando el ambiente navideño. Todo a nuestro alrededor nos predispone e impele a la participación festiva, ciudades, calles y hogares engalanados e iluminados, villancicos, belenes, regalos, reuniones familiares, felicitaciones, buenos deseos y augurios, espectáculos que promueven magnánimos sentimientos y actitudes benévolas, todo ello, conforma el atrezzo del escenario navideño en el que nos vemos sumergidos.

   No obstante, circunscribir la Navidad, exclusivamente, a ese ambiente festivo es desvirtuar la esencia de la Navidad, es restringirla a un acontecimiento vacuo y trivial, que al cercenar el componente religioso suele generar sentimientos antagónicos a los esperados, de ahí la decepción y la amargura que a muchas personas genera esta celebración.

   La Navidad es ante todo un una festividad religiosa, para los cristianos la Navidad tiene un sentido más profundo, las creencias religiosas les facultan para pasar por encima de lo efímero y superficial de la Navidad y adentrarse en la transcendencia del hecho suprasensible, extraordinario y divino del Nacimiento de Jesús.

   Podemos considerar la Navidad como un paréntesis en la vorágine que vivimos, tiempo en el cual dar cabida a los comportamientos más sublimes, tiempo de enaltecer las actitudes y cualidades más estimadas por todos nosotros, y que a su vez benefician el orden moral y la convivencia social.

   El Nacimiento de Jesús es un compendio de amor, humildad, generosidad, humanidad ... Por ello todas las tradiciones y costumbres surgidas, a lo largo del tiempo, para celebrar la Navidad, encierran un objetivo muy significativo: evocar  y afianzar esos valores y promover la cohesión y el sentido de identidad de los distintos grupos sociales.

   La Navidad es tiempo de amar, respetar, y tratar con dignidad a los demás, es tiempo de perdón, de tolerancia, de comprensión, es tiempo de gratitud, de humildad, y tiempo de generosidad, de compartir; en estas premisas se fundamenta el espíritu  de la Navidad, la voluntad de ponerlas en práctica nos hará vivir este periodo festivo de un modo especial, logrando disfrutar del verdadero espíritu de la Navidad.

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